domingo, 29 de noviembre de 2009

La noche de Jaguares


Eran las 20:22 hrs. El recinto casi lleno y las ansias de poder cantar… Las luces se apagan… Detrás de una manta blanca el escenario está listo, los músicos dispuestos y los ánimos a tope… Comienzan los primeros acordes… sigue la canción hasta terminar… La manta no cede.

La segunda canción comienza y detrás de la manta aparecen las siluetas de aquellos quienes harán disfrutar a todos los presentes del recinto… Jaguares.

Tres horas de concierto. Tres horas en las cuales recordé desde mi infancia, cuando comencé a escuchar rock y mis mayores problemas era llegar tarde a mi casa. Tres horas en las cuales recorrí desde esa infancia que añoro, hasta pasar por la pérdida de personas importantes en mi vida. Tres horas en las cuales tuvimos a unos metros a uno de los ídolos tocando la batería. Tres horas en las cuales pude considerarme liberado de mis ataduras diarias.

Hace mucho tiempo que quería disfrutar de un concierto como este, porque sabía perfectamente qué sentimientos iba a causar en mí. Y vaya que lo hizo. Cantar una célula que explota, dime jaguar, los dioses ocultos, afuera, no dejes que, antes de que nos olviden, fin, las ratas no tienen alas, detrás de los cerros, aviéntame, piedra, viento, miedo, entre tus jardines, visible, fue una de las mejores experiencias que he tenido aquí en el D.F.

Desde los seguidores que, en tiempos de Las insólitas imágenes de Aurora, eran jóvenes rebeldes, hasta el pequeño de seis o siete años moviéndose al compás del rito del grupo, disfrutamos de una excelente noche. Uno de los momentos más aplaudidos fue el momento en que el grupo completo se dispersó entre el público que se encontraba en pista y así, encima de unas plataformas, poder tener un acercamiento con más seguidores.

Para redondear la noche, aquel hervidero de rockeros, cambiaron por unos momentos los brincos y la señal del rock, sexo y drogas, para dar paso a un gran salón de baile en el que se convirtió el Palacio de los Deportes, al son de La negra Tomasa. En verdad una noche que me resultará inolvidable. Sencillamente de lo mejor.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Una nueva cita con mi destino... eso creo...

Hoy ya hace más de un mes que no acudía a mi cita cotidiana con la irreverencia de mi subconciente reprimido y cautivo. Pero entre jugos, juegos y juergas, no tuve la posibilidad siquiera de relatar mi más reciente visita a Colima.

Han sucedido tantas cosas… Entre la casi muerte de Samantha [mi lap top], hasta el regreso inesperado de Juanito a la jefatura de la Delegación más valiosa y con más pobreza en el DeFectuoso Distrito Federal.

Al momento de escribir estas líneas, me preparo para ir al concierto de Jaguares en el Palacio de los Deportes, ya que después de meses y meses de respirar esmog y virus de influenza, de una ida frustrada al concierto gratuito de Bunbury, podré volver a un concierto. Hace casi un año estuve en mi último concierto, y claro que lo recuerdo, porque ha sido de los dos mejores: el de Oasis en la Arena VFG en guanatos. El otro fue el de Oasis hace tres años y medio en el Palacio de los Deportes, cuando ví, escuché, y viví mi primer concierto de Oasis.

Pero les decía que me escapé a Colima en este último fin de semana largo que acaba de pasar. Una ida estupenda. Claro, mi mayor razón de ir fue el ver a la niña más preciosa y hermosa, con la cual pasé un excelente fin de semana y aproveché para ver a algunos amigos. Definitivamente, descansar un poco del estrés que provoca esta agitada ciudad. Gracias mi amor por tan estupendo fin de semana.

Ahora estoy dedicado al 100% en el trabajo, para que la próxima vez que escriba en esta, su atalaya de la desinformación, sean excelentes noticias… aun cuando sólo sean excelentes para mi jejeje…

Por cierto, aprovecho este espacio, para felicitar a tres mujeres que quiero, aprecio y recuerdo con mucho cariño [en ese orden, así que descifren jajajaja], que próximamente serán mamás. Creo que ninguna de las tres lee este blog, pero quiero felicitarlas de todas maneras. Prima, te mando un gran ciber-abrazo y otro a Héctor por su nueva etapa [de la cual creo no les envidio nadita por el momento].