lunes, 21 de octubre de 2013

La magia de la música.



Comienzan estos tres minutos y medio y me encuentro caminando por la Ciudad de México, avenida Palmas para ser más específico. Entre autos de lujo, personas caminando en todas direcciones, me abro paso para llegar a mi destino, el cual se esfuma al terminar el tiempo definido. 

Por arte de magia, me encuentro sentado en un pesero con rumbo al jardín de Coyoacán. El recorrido me lleva a un costado del hospital de Xoco, lleno de gente y vendedores a las afueras de este. Casi llego a mi destino, preparándome para bajar, estirar las piernas un rato después de una travesía diaria en metro. No llego a mi destino, pues el tiempo nuevamente se me termina.

Así pasan tres, diez, doce, quince historias inconclusas, quizás veinte, las que me permite el tiempo real en lo que llego a mi destino, escuchando mi vieja playlist, una de muchas que recurrentemente elegía para mis recorridos diarios en la gran ciudad.