viernes, 1 de diciembre de 2006

Pensando en mi.

Hace solo un momento, sentí la necesidad imperiosa de tomarme un instante para mí. Según se, todo el tiempo que estoy viviendo es mío, pero rara vez es así. La mayor parte de ese tiempo, lo dedico a cosas externas, que claro, repercuten en mí existencia. Pero en esta ocasión fue diferente, fue extraordinario, casi perfecta. Quise ser yo.

Sonará raro, pero el estar siempre, o casi siempre, ensimismado en todo lo que me rodea, no me deja el suficiente tiempo para definirme, para vivirme. La muerte, la felicidad, la envidia, la soberbia y muchas emociones de las que siento, son por lo general acompañadas por personajes que me rodean. Amigos, hermanos, conocidos, compañeros, en fin, bastantes personas. No es malo tener este tipo de sentimientos, pero creo, que si los tengo solo por sentirme yo, por saber que me tengo, me causa una infinita felicidad. Aún cuando fuera por un solo instante. ¿Cuánto?, no lo se. Pero me sentí lleno. Pleno. Feliz.

La melancolía, a diferencia de lo que opina la mayoría de las personas, es un estado de estoicismo que conlleva múltiples emociones inmersas. Me declaro amante de la melancolía y las excitaciones que provoca. Es un estado que si se maneja de una manera errónea, puede causarme un gran daño. Espero poder controlarla.

Ya alguna vez escribí, “Cuando comencé a leer me juzgaban loco… Cuando comencé a escribir me dieron las gracias”. No espero que ahora me las den. Nunca escribo para que las demás personas se lleguen a sentir comprometidas y me lo agradezcan. Y si así fuese, me da gusto que compartan mis gustos. Mis memorias. Mis melancolías.

Soy alguien con muchos sueños y pocas realidades. Soy simplemente yo.

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