sábado, 19 de julio de 2008

México herido

De plano en México estamos viviendo un estado de sitio por parte del crimen organizado. Las ejecuciones están a la orden del día. Las muertes violentas son el pan de cada día. ¿Y las autoridades dónde demonios están?

A principios del año 2000, las campañas electorales estaban en su pleno apogeo, se respiraba la alternancia política en la Presidencia de la República. Y así pasó. A raíz de este suceso, se comenzó a vivir una especie de paranoia diaria por el incremento de la criminalidad en el país. Al comenzar esta nueva administración, el Presidente comenzó una cruzada contra el crimen organizado que se estaba apoderando de la paz y el buen orden que debe mantener una sociedad. Para muchos, estas dos administraciones son las responsables de dicha violencia. Pero creo que en el fondo, la situación está por otro lado.

El crimen organizado se está desorganizando debido a que los tratos con algunos servidores públicos de alto mando corruptos se han terminado. La alternancia trajo un clima de incertidumbre para todas estas personas que permitían que los criminales actuaran impunemente y, al ya no poder sostener estos tratos, los negocios se vieron amenazados por las detenciones de grandes capos.

Culiacán, Reynosa, Monterrey, entre otras, son ciudades rutinariamente mencionadas en los noticieros en los últimos meses. Los asesinatos relacionados con el crimen organizado están creciendo exponencialmente y no pasa una semana sin que se susciten hechos violentos. Antes, las noticias de balaceras encabezaban los titulares de los noticieros, ahora, en ocasiones llegan a ser notas secundarias, por la recurrencia de estas. Imagínense de muertos, balaceras, autos quemados, persecuciones policíacas, ya son tan habituales que las revistas amarillistas parecen ser más un resumen del día a día que meros tabloides sensacionalistas.

En estos momentos existen ciudades que parecen zona de guerra. El país comienza a militarizarse, policías federales rondan para “defender” a los ciudadanos del crimen organizado, mientras que los policías estatales y municipales son desarmados a causa de que muchos de ellos se relacionan con el narco.

Personas inocentes ya comenzaron a sucumbir ante las balas de los criminales en una plaza donde se supone que existe un mega operativo contra estos delincuentes, pero nada pueden hacer, al menos, por detener a los asesinos. Más de mil elementos entre policías federales y militares se encuentran cubriendo el operativo Culiacán-Navolato pero nada pudieron [o quisieron] hacer.

La necesidad, aunada al dinero fácil, es una de las grandes combinaciones fatales en un país con tantas carencias, pero sobre todo injusticias, que existen. Mientras el salario mínimo es cada vez más insuficiente por la escalada de los precios, los salarios de esos delincuentes llamados diputados y senadores, aumentan inversamente proporcional al poder adquisitivo de las personas que los llevaron al poder. Esto orilla a muchas personas a que se enreden en negocios ilícitos; esta salida no es la única, pero la impunidad con que las organizaciones criminales operan y las grandes ganancias y poder que se adquiere, es el gancho fácil para que cada día más personas decidan entrarle al “jale”.

El narcotráfico es un mal que desde hace mucho se ha solapado y que en este momento se ha salido de control. Hablar de una solución es hablar de un cambio estructural en las instituciones y de un cambio de forma de pensar. Ya no podemos estar ajenos a este problema, que si bien es cierto que en Colima no se ha generalizado, como en otros estados, estamos a tiempo de hacer algo para evitar que suceda.

Y lamentablemente, esto, continuará . . .

No hay comentarios.: