Me llama mucho la atención los
problemas postelectorales que se están presentando estos días. La compra de votos
es ahora la denuncia de moda, como si ningún partido lo hiciera. En mi opinión,
este tema tiene varias aristas, puesto que para comprar un voto se debe de
ofertar el mismo por parte del votante que, escudado en que la necesidad es
primero.
Es bien sabido que en México la
pobreza va ganando terreno entre la población que, desde hace unos años a la
fecha, podemos notarlo en la cantidad de subempleo que vemos a diario en las
calles. Pero, ¿por qué tanto jodido?
Para mi, el pobre es aquel que,
por falta de imaginación, destreza y, cabe decirlo, hasta educación, no tiene
los recursos suficientes para proveerse con todo lo básico para poder vivir
dignamente [no entraré en el detalle de dignamente, porque cada quien tiene su
propio concepto]. Un pobre puede dejar
de serlo si se lo propone teniendo las herramientas para poder generar ingresos
suficientes para obtener todo lo que necesita. Hay pobres que son inmensamente
inteligentes, pero quizás les falta ingenio para poder aprovechar al máximo sus
habilidades. El pobre puede dejar de serlo si se le da ese empujón que requiere
para arrancar y poder desarrollarse.
Por otro lado están los jodidos.
Esa especie ha proliferado en el país, dándole un tinte problemático y
decepcionante a México. El jodido es aquel que, teniendo estudios o no, un trabajo
digno o no, una buena cantidad de oportunidades para desarrollarse a círculos socioeconómicos
más altos y vivir lo que algunos llaman “la buena vida”, un salario que le
permite poder realizar actividades recreativas, prefiere vivir atado a
imposiciones venidas desde partidos políticos que les ofrecen beneficios que
van desde sumas de dinero, materiales de construcción, hasta tarjetas con
dinero electrónico a cambio de apoyo electoral. Estas personas, son las primeras
que se quejan de la falta de servicios,
de los altos salarios de los gobernantes, de la vida que se dan los
políticos, pero son incapaces de autocuestionarse por qué vendieron su voto,
por qué por unos pesos dieron el apoyo a alguien a quien ni siquiera conocían y
que de una u otra manera los padecerán por algún tiempo.
Hay jodidos de todos los colores
y los políticos lo saben, por eso recurren a ellos. Mientras sigan a gusto en
su área de confort, estos seguirán
vendiendo su voto, serán serviles con quienes una vez arriba se olvidarán de
ellos y sobre todo, nunca pensarán más allá de lo que a ellos les convenga. A
final de cuentas, “si estoy bien yo, ¿qué me importan los demás?”