lunes, 27 de septiembre de 2010

Primer acto.

La silla frente a la puerta, avisaba que le estuvo esperando sin esperanza. Pero esperó.
Él entró y no le importó ese monumento a la desesperación, tan sólo hizo a un lado la silla y siguió su camino a la recamara. La puerta estaba abierta, cosa rara para una escena tan recurrente. Se percató que nadie estaba dentro, así que sólo avanzó hasta llegar a la cama y desplomarse para entrar en un profundo sueño.

Ella, lloraba...

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