miércoles, 29 de septiembre de 2010

Tercer acto.

Unos meses antes, mientras aún era libre de ir a dónde quisiera, Regina disfrutaba de pasear a solas en el parque cercano a su casa. Un espacio hermoso, en el que disfrutaba de un momento relajado, en el cual podía sentir el contacto con la naturaleza y sobre todo saberse dueña de sus más profundas perversiones.
“Nunca puede llegar a imaginarse uno mismo de lo que es capaz cuando se lo propone, sea lo que sea”, se decía mientras lamía el helado que ya escurría de su barquillo. “Estoy segura que hoy por la noche, probaré algo nuevo”, pensó mientras reía para sí misma.
Caminó hasta la banca dónde se encontraba su gran amigo de aventuras, aquel con el que podía ser más libre de lo que ya era. Don Carlos Padilla…

1 comentario:

Eduardo (Ser individual) dijo...

Finalmente a donde fueron? que tipo de aventura realizaría esa noche junto a su amigo Padilla?... un corto relato para reflexionar...
Buenas historias...te invito a dar una vuelta por mi blog.

Saludos.
Eduardo.