Regina permanecía sentada detrás del sillón. Estaba muy triste por el regaño de su papá. Aún no podía comprender las razones que él tenía para reprenderla. "Lo odio", pensaba a cada momento. Joven, con dieciséis años, no entendía otra cosa que sus propios sentimientos juveniles. El tiempo pasa rápidamente. La vida cobra demasiado caro las malas decisiones.
Hoy de nueva cuenta está detrás de un sillón, llorando. Pero ahora no hay nadie que la reprenda. Ella sola basta para hacerlo.
Algo es seguro, el "él" de ahora, no está llorando como su padre años atrás.
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