jueves, 7 de octubre de 2010

Octavo acto.

Fueron sólo unos meses, los que estuvieron felices a plenitud. Los problemas comenzaron cuando, por razones de trabajo, Alonso tuvo que ausentarse un par de semana de la ciudad. Los dos estaban animados porque eso significaba el preámbulo de un ascenso. La gerencia estaba cerca.
Pero una vez llegado a tan anhelado puesto, todo cambió. Sus llegadas tarde a casa, las constantes reuniones fuera de la ciudad y sobre todo, la falta de comunicación fueron mermando una relación que, apenas diez meses atrás, la habían jurado feliz para la eternidad.
"Viviré sólo para nosotros", le decía y ella sólo podía cerrar los ojos y abrazarlo. Él la sentía, la olía, y sabía que eso sería para siempre.
Recuerdos, es todo lo que les quedaba. Ahora, sólo había fríos besos en la mejilla. Todo se tornó insoportable. La cama, cuando la compartían, era para dormir dándose mutuamente la espalda. Ella casi gritaba por que la tomara y le hiciera el amor como nunca se hubieran imaginado. Él, sólo recordaba que mañana tenía junta a las diez en punto. Ella se masturbaba en silencio para saciar sus reprimidas necesidades de placer. Él, se quedaba dormido.

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