La primera vez que ellos hablaron fue algo raro. Ella estaba inmersa en un momento de angustia, en aquellos tiempos de confusión. Justo el día que terminó su relación con Alonso.
—Lo recuerdo muy bien— dijo Don Carlos con una sonrisa.
—¿En verdad Don Carlos?
—Claro, llorabas inconsolable mientras rompías esas cartas. Eras como una niña regañada.
—Es cierto. Es muy vergonzoso recordarlo.
—Recuerda algo, nunca, por ningún motivo, te avergüences de tus sentimiento.
—¿Puedo preguntarle algo?
—Lo acabas de hacer— sonrió.
—¿Por qué nunca me miras cuando platicamos?
—Excelente pregunta. Quizá algún día la pueda responder.
Ella sonrió.
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