viernes, 11 de septiembre de 2015

¡Ay chikungunya!... ya me volviste a dar. (Sospechosismo mexicano)



Y mientras los temas fueron varios durante la última semana, entre que en menos de esto un presidente dejó de serlo y hasta fue encarcelado; la selección de basquetbol nacional lleva una gran racha al estar a un paso del boleto olímpico desde sabe hace cuantos años; mi estado se desborona económicamente y el gober se hace el mártir… a mí, me cargó de nuevo el méndigo chikungunya. Y pues habiendo tanto tema nuevo, me tocará hablar de esto último.

Hace exactamente seis años que apenas nos estábamos librando de la influenza porcina, o AH1N1 para aquellos que sean marraneros, y nos dábamos cuenta que muchos de los casos fueron realmente graves, llevando a personas a morir (algunos a causa de las vacunas que casi casi fueron de prueba). Ahora me toca vivir en carne, huso y tuétano propios esta nueva “epidemia”.

Mientras el dinero destinado para muchas causas y cosas sociales, gastos corrientes y demás, era gastado en el periodo electoral (que se dice que desde hace mucho estaba pasando el desfalco), las campañas hablaban de grandes progresos para el estado, que estaríamos poca madre de octubre en adelante, que la corrupción terminaría y todo sería felicidad en nuestras vidas, un mal estaba presente en el estado y nadie tocaba el tema.

Cuando se vivió la “pandemia” por la influenza en el 2009, las autoridades se movían de un lado a otro, tratando de solucionar, o al menos palear, la situación que les había caído. (No pretendo polemizar si esto fue cierto o no). Pero, socialmente se movían, se notaba esa reacción. En Colima esa reacción ante el virus del chikungunya nunca sucedió.

Cuando escuché sobre esa enfermedad, pensé como muchos, que era algo inventado, una “cortina de humo” como tantas, una nueva enfermedad para mantenernos a raya… y quizás lo es, sólo que ahora, por los síntomas que he presentado, tal parece que soy parte de las estadísticas. Escuché y leí tantas teorías acerca de la inexistencia de la enfermedad que hasta convencido estaba. Ahora me digo, para ser un compló, cortina de humo o lo que sea… que feo duele. Ante el descuido, me contagié. Mea culpa.

Esto afecta a muchas personas, y si bien es un “envenenamiento por plomo”, “el virus que un catedrático de la UNAM creó por órdenes presidenciales”, “el resultado de una mutación alienígena que acabará con la vida en el planeta” (neta, esa teoría es cierta), la verdad es que los dolores vienen mermando a una ya de por sí mermada y jodida infraestructura de salud en México. Las instituciones en el país ya no pueden con todo este lastre y las enfermedades que van surgiendo. Pareciera que la única salida es que privaticen el sistema….

Ok, ¡esperen!…

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