Y mientras los temas fueron varios durante la última semana,
entre que en menos de esto un presidente dejó de serlo y hasta fue encarcelado;
la selección de basquetbol nacional lleva una gran racha al estar a un paso del
boleto olímpico desde sabe hace cuantos años; mi estado se desborona
económicamente y el gober se hace el mártir… a mí, me cargó de nuevo el méndigo
chikungunya. Y pues habiendo tanto tema nuevo, me tocará hablar de esto
último.
Hace exactamente seis años que apenas nos estábamos librando
de la influenza porcina, o AH1N1 para aquellos que sean marraneros, y nos
dábamos cuenta que muchos de los casos fueron realmente graves, llevando a
personas a morir (algunos a causa de las vacunas que casi casi fueron de
prueba). Ahora me toca vivir en carne, huso y tuétano propios esta nueva
“epidemia”.
Mientras el dinero destinado para muchas causas y cosas
sociales, gastos corrientes y demás, era gastado en el periodo electoral (que
se dice que desde hace mucho estaba pasando el desfalco), las campañas hablaban
de grandes progresos para el estado, que estaríamos poca madre de octubre en
adelante, que la corrupción terminaría y todo sería felicidad en nuestras vidas,
un mal estaba presente en el estado y nadie tocaba el tema.
Cuando se vivió la “pandemia” por la influenza en el 2009,
las autoridades se movían de un lado a otro, tratando de solucionar, o al menos
palear, la situación que les había caído. (No pretendo polemizar si esto fue
cierto o no). Pero, socialmente se movían, se notaba esa reacción. En Colima
esa reacción ante el virus del chikungunya nunca sucedió.
Cuando escuché sobre esa enfermedad, pensé como muchos, que
era algo inventado, una “cortina de humo” como tantas, una nueva enfermedad
para mantenernos a raya… y quizás lo es, sólo que ahora, por los síntomas que
he presentado, tal parece que soy parte de las estadísticas. Escuché y leí
tantas teorías acerca de la inexistencia de la enfermedad que hasta convencido
estaba. Ahora me digo, para ser un compló, cortina de humo o lo que sea… que
feo duele. Ante el descuido, me contagié. Mea
culpa.
Esto afecta a muchas personas, y si bien es un “envenenamiento
por plomo”, “el virus que un catedrático de la UNAM creó por órdenes
presidenciales”, “el resultado de una mutación alienígena que acabará con la
vida en el planeta” (neta, esa teoría es cierta), la verdad es que los dolores
vienen mermando a una ya de por sí mermada y jodida infraestructura de salud en
México. Las instituciones en el país ya no pueden con todo este lastre y las
enfermedades que van surgiendo. Pareciera que la única salida es que privaticen
el sistema….
Ok, ¡esperen!…
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