jueves, 17 de septiembre de 2015

Juventud, religión y sexo... Ay, no mamen.



Cuando pienso en juventud y religión, imagino a chavos informados, con convicciones propias basadas en la autocrítica y la cordura, sin fanatismos. Pero siempre hay excepciones.

En días pasados, tuve la oportunidad de asistir a una charla dada por la iglesia católica y de la cual quedé con una buena impresión. Los oradores fueron una pareja ya entrada en años y un cuate que debe de ser mi contemporáneo (no es un chamaco, pero debe de estar por ahí de los 35). Los que me leen, saben maomeno cuál es mi sentir acerca de la iglesia, pero en esta ocasión me sorprendió la forma de abordar varios temas del día a día, bastante ad hoc al tiempo en el que vivimos, claro, si no hacían eso se quedan sin clientes, pienso yo. Pues va, el señor muy buen orador, sin afán de hacerte una lobotomía a fuerza de discurso y convertirte en católico recalcitrante, tocando diversos temas con mucha fluidez demostrando su buena labia. Vino el turno de su esposa que, dicho sea de paso, como que la tenían de relleno, pero hizo su luchita para tener la atención de los ahí presentes, y eso se le reconoce. Pero la neta a todos nos causó sueño, así que entre cabeceo y cabeceo oía lo que decía y nada retuve de su discurso.

Lo que vino después, fue lo que me tomó por sorpresa, cuando el cuate que les siguió en turno, sobrino de estos dos señores, tocó el tema de la sexualidad de una manera que, al principio creí que sería atajado desde una visión joven (si tomaba en cuenta que el señor que lo antecedió abordó muy bien temas antes tabú), hizo una declaración que me sorprendió más que nada de por quién venía. El más joven del grupo que nos hablaba, el que tendría la mente más fresca y despejada, quién ha vivido más es este tiempo de liberación, tuvo la peor reflexión de la tarde. Parafraseándolo dijo, “… la mujer tiene la obligación de complacer a su hombre…”, con el argumento de que no vaya a buscar el hombre lo que su mujer no le da en casa. Y ustedes sabrán a qué se refiere por complacer. No, no es que me asuste la idea en sí, creo que no es el tema, la cosa querido lector de esta atalaya de la desinformación, es que me ha sorprendido que el joven de los tres oradores, me saliera con la frase más retrógrada de la charla. El futuro alcanzó a este cuate estacionado en un pasado nada cercano.

En fin, cada quién es libre de pensar y expresar lo que decida, en plena convicción de sus creencias, pero insisto, mi capacidad de sorpresa no tiene aún límites y cosas como esta, sólo me llevan a decir…. Ay, no mamen.

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