Fin de semana patrio...

De repente me encontraba en una esfera. Traté de salir, pero no pude, era muy resistente. Mis intentos por romperla fueron infructuosos, aún cuando golpeé con todas mis fuerzas. Era una pesadilla, no podría jamas volver a ver tu rostro. Me relaje para poder pensar claramente, para poder encontrar la manera de salir de ahí. ¡Claro! ¿Por qué no se me ocurrió desde el principio? Tengo que cavar y así podré estar del otro lado en poco tiempo, será tardado pero mis manos resistirán. Comencé y ahí, en medio de todo ese lodo amarillo te encontrabas. Pasaste justo frente a mí y no volteaste a verme. ¿Por qué? El lodo amarillo, del cual ya estaba siendo presa, emanaba de mí, no era lodo, era, era. Por Dios, cuanto dolor. ¿Estaré soñando? Porque esto parece un sueño, un sueño horrible. De pronto, esa nauseabunda mezcla amarillenta ya casi rojiza dejo de emanar. Estaba turbado por tanto esfuerzo. Pero seguía en pie. Pero, poco tiempo, muy poco tiempo después la frescura fue parte de mí. Esa textura, esa frescura que me acariciaba todo, que me daba nueva vida, ese sabor, ese, ese, ¿ese sabor?, me recuerda algo, pero no se bien a qué. Poco a poco me voy acostumbrando a la delicia que recorre mi ser, me inunda de frescura. Pero, ese sabor. Pronto voy saliendo de mi esfera. Se va disolviendo entre una bruma espesa, que me va dando la oportunidad de ver dónde estoy. ¡Claro! Debo de estar en un lugar celestial. Esta blancura no puede ser otro sitio que… ¡¿El baño de mi casa?! ¡Por Dios! ¿¡Qué demonios pasa aquí!? Ese sabor, ¿ese sabor es un gatorade? ¡Maldita sea! Y claro, ya no me queda otra que voltear a ver quien está detrás de mí. Se que esto no se repetirá en un buen tiempo.

Mamá, perdóname, pero la fiesta estuvo buenísima.