sábado, 3 de enero de 2009

Cuando los recuerdos me invaden.

Cuando nos ponemos a analizar a fondo el por qué, cuando perdemos algo o a alguien, las respuestas pueden llegar a ser desde las más lógicas hasta las más increíbles. La perdida de alguien o algo preciado es en esencia algo doloroso, porque cuando comenzamos a estar más apegados corremos el riesgo de encariñarnos. Las cosas materiales pueden ser sustituidas por una de igual o mayor valor y de esa manera quedamos satisfechos ante la pérdida. El por qué pierde sentido.

Cuando perdemos a alguien con quien hemos pasado momentos inolvidables, el dolor o sentimiento puede llegar a ser molesto por algún tiempo. Porque a diferencia de una pérdida material, el ya no estar con esa persona especial no lo podemos cubrir con alguien más. Los recuerdos inolvidables pueden llegar a ser fantasmas inertes frente a nosotros. Llegan a ser esa marca imborrable que nos recordará que ahí, en cierto tiempo, fuimos felices.

El tiempo hace su trabajo, sí. Pero lentamente. El humano debiera ser inmune a esto, porque invariable e inevitablemente siempre perdemos a alguien querido. Pero entre sus múltiples defectos, tiene, tenemos, un pequeño espacio de memoria el cual se activa cuando alguien deja de estar a nuestro lado. No se como llamarlo, pero la verdad es que duele. Es la parte masoquista del humano, esa parte sufrida que nos permite saber que estamos vivos. Que sentimos.

Dicen que la única virtud de dolor es saber que seguimos vivos. Ya lo creo. Dolores físicos son los más comunes, porque a esos es muy difícil no hacerles caso. Pero el dolor emocional ese es el que te dice, ándale wey, querías, ahora te aguantas. Es ese sentimiento ‘chingaquedito’ que te hace reaccionar y que te recuerda que algo salió mal, que algo no funcionó, que algo se terminó.

Me miro tiempo atrás y no me arrepiento de todo lo vivido. Porque al menos me queda la experiencia de las cosas que hice mal, si es que las hice, y me queda claro que esos errores no serán cometidos de nuevo. Queda la esperanza de que esas cosas chidas que pasaron, que pasamos juntos, puedan volver a suceder. Queda el recuerdo, que si bien es doloroso al principio, que sucedió y de que siempre te recordaré. Y pues sí, uno nunca sabe que podrá pasar más adelante. ¿Nos veremos más adelante?

2 comentarios:

Miguel Aram dijo...

Parece que me estuviera reflejando en tu blog, jeje... Creo que estamos pasando por momentos muy similares, por circunstancias my parecidas o casi iguales, y enfrentando el hecho de tener que cerrar con ciclos de la misma índole y quiza hasta ahorita nos estamos dando cuenta.

Seguramente unas chelas y una buena platica nos harían mucho bien, bastante!! A ver si coordinamos algo en estos días!! Avisame si hay chance, ok? Cuidate y animo caon!!

Estamos en contacto

CaPaGla dijo...

Es muy difícil, yo en lo personal aprendí que la pérdida del amor puede ser una forma de iniciación a hacia una nueva conciencia, que nos da la oportunidad de recuperarnos a nosotros mismos.

Saludos!!