lunes, 24 de diciembre de 2007

23 de diciembre, día uno en el DF.

Pues si, después de ese pesado viaje de 12 horas, llegué a casa de mi tía, me instalé en el cuarto de mi prima [no invadí, pues ella ya está casada y no vive en casa de mi tía], descansé un ratillo y nos dispusimos a ir al Centro Coyoacán para vernos con mi prima. Es impresionante la cantidad de personas moviéndose con una armonía espantosa, pues cada quién toma la dirección que necesita sin importarle a quien aviente o golpeé. Pues bien, pasamos al centro comercial, visitamos algunas tiendas y pasamos a comer para recargar fuerzas.

Sigue impresionándome, como buen provinciano, la cantidad de autos que se alojan en esta urbe y eso que mi tía me comenta que este día está muy desahogado el tráfico. No me quiero ni imaginar el estar estacionado dos, tres, cuatro o más horas en el periférico o calles del centro por alguna circunstancia. Debe de ser peor que mi viaje de 12 horas.

Ya terminada nuestra visita al centro comercial, nos dirigimos a la casa, disfrutando de una hermosa luna que nos regaló una hermosa vista. Llegando a la casa, a descansar del largo viaje, esperando que la noche de hoy sea divertida y muy tranquila. Ya mañana les contaré qué pasó en la cena.

Por lo pronto y para que no me digan que soy tan ogro, le deseo que el panzón dirigente del consumismo les traiga todo lo que pidieron, que el niñito Dios, que es más mexicano, les conceda lo poco que puede traer dado la crisis y sobre todo que pasen una muy feliz noche buena en compañía de las personas que más quieren, que la navidad mañana nos haga reflexionar todas las injusticias y si se empedan que amanezcan sin cruda. Mis mejores deseos para todos.

La navidad podría ser mejor si pensamos en los demás antes que en nosotros mismos.

No hay comentarios.: