Cuando algunos pensábamos que, ahora si, la iglesia católica se estaba reivindicando, resulta que si, lo está haciendo, pero pagando el silencio de algunas victimas de abusos infantiles y, no queda fuera pensar, que también pueden ser (y claro que los hay) abusos sexuales. Que quede claro que en esta ocasión sólo hablo de la iglesia. De los jerarcas de una religión la cual ha venido dando de que hablar desde su creación, allá por el año 375 D.C. Pasando por la “Santa” Inquisición, la vejación a la mujer por el hecho de haber nacido mujer, los constantes castigos que los simples mortales debemos de soportar si no nos alineamos con sus prácticas elitistas, son sólo algunos de los muchos ejemplos, que podemos poner en este espacio para referirnos a tan singular “representación” de Dios en la tierra.
La arquidiócesis de Los Ángeles, pagará alrededor de seis millones de dólares como indemnizaciones a las familias de niños abusados hace varios años a manos de sacerdotes católicos. Más que una indemnización, lo que están pagando es su silencio, además de evitar que sigan con las denuncias de dichas acciones. Es vergonzante que la máxima autoridad en esta arquidiócesis se preste a esto. Debería de, como ellos lo hacen con los simples mortales, darles una larga penitencia de rezos y golpes de pecho y alentarlos a que se entreguen a las autoridades correspondientes, las terrenales, para que sean juzgados y paguen una merecida condena. La acción de Dios es infinita, eso lo creo, así que no creo que Él en su infinita misericordia, quiera que estos hechos queden sin castigo.
Son miles, por no decir millones, los casos que han ocurrido de abusos en contra de menores y en su gran mayoría de niños. Da asco pensar que una persona entregada a Dios sea capaz de realizar tan brutal acto de bajeza. Ya ven señoras y señores, jovencitas y jovencitos de ultraderecha, que los sacerdotes no dejan de ser humanos, hombres, que sientes cosquillitas en sus partecitas. Si, en esas mismas partes que ustedes y yo nos tocamos cuando nos dan comezón y que se siente bien rico tocarlas. Es fisiológico. Es lo mismo que cagar. Es una necesidad H U M A N A. Y así, mientras el Vaticano siga con su postura de que los ministros de la iglesia son seres con una vocación de entrega al Señor y que eso del celibato es necesario para no entregarse a los deseos carnales, seguirán sucediendo estos repugnantes actos.
Cabe aclarar que no todos los sacerdotes son iguales. La gran mayoría (eso lo creo y espero) son fieles a su entrega a Dios. Pero como decimos los mexicanos, por uno pierden todos. Así que queda en el aire esta pregunta, ¿quién es capaz de asegurar qué seminarista es en verdad un buen prospecto para entregarse a la vida célibe de un ministerio como el sacerdocio?
Mientras las autoridades religiosas dejan que estos actos queden impunes, más de sus feligreses estarán migrando a otras religiones. Deben de tener en cuenta de que son pastores y están expuestos a las criticas. No son santos. No son superiores. Son humanos al igual que su feligresía. Lástima que algunos de estos pastores de la fe se aprovechen de su situación, moralmente superior, para ultrajar y abusar de menores que sólo hacen lo que su sacerdote les dice que es correcto.
Verdaderamente dan asco.
La arquidiócesis de Los Ángeles, pagará alrededor de seis millones de dólares como indemnizaciones a las familias de niños abusados hace varios años a manos de sacerdotes católicos. Más que una indemnización, lo que están pagando es su silencio, además de evitar que sigan con las denuncias de dichas acciones. Es vergonzante que la máxima autoridad en esta arquidiócesis se preste a esto. Debería de, como ellos lo hacen con los simples mortales, darles una larga penitencia de rezos y golpes de pecho y alentarlos a que se entreguen a las autoridades correspondientes, las terrenales, para que sean juzgados y paguen una merecida condena. La acción de Dios es infinita, eso lo creo, así que no creo que Él en su infinita misericordia, quiera que estos hechos queden sin castigo.
Son miles, por no decir millones, los casos que han ocurrido de abusos en contra de menores y en su gran mayoría de niños. Da asco pensar que una persona entregada a Dios sea capaz de realizar tan brutal acto de bajeza. Ya ven señoras y señores, jovencitas y jovencitos de ultraderecha, que los sacerdotes no dejan de ser humanos, hombres, que sientes cosquillitas en sus partecitas. Si, en esas mismas partes que ustedes y yo nos tocamos cuando nos dan comezón y que se siente bien rico tocarlas. Es fisiológico. Es lo mismo que cagar. Es una necesidad H U M A N A. Y así, mientras el Vaticano siga con su postura de que los ministros de la iglesia son seres con una vocación de entrega al Señor y que eso del celibato es necesario para no entregarse a los deseos carnales, seguirán sucediendo estos repugnantes actos.
Cabe aclarar que no todos los sacerdotes son iguales. La gran mayoría (eso lo creo y espero) son fieles a su entrega a Dios. Pero como decimos los mexicanos, por uno pierden todos. Así que queda en el aire esta pregunta, ¿quién es capaz de asegurar qué seminarista es en verdad un buen prospecto para entregarse a la vida célibe de un ministerio como el sacerdocio?
Mientras las autoridades religiosas dejan que estos actos queden impunes, más de sus feligreses estarán migrando a otras religiones. Deben de tener en cuenta de que son pastores y están expuestos a las criticas. No son santos. No son superiores. Son humanos al igual que su feligresía. Lástima que algunos de estos pastores de la fe se aprovechen de su situación, moralmente superior, para ultrajar y abusar de menores que sólo hacen lo que su sacerdote les dice que es correcto.
Verdaderamente dan asco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario